Holy Motors de Leos Carax. Cine surreal y fascinante.

Extraña, surreal, maravillosa, absurda, libre, preciosa, bizarra, sorprendente, fascinante, hipnótica, única, polémica, desconcertante, divertida, transgresora, pasional, atrevida, ególatra, confusa, perturbadora, inclasificable, experimental, ambigua, desagradable, enigmática, desconcertante, valiente,... Genial. 

Y así unos cuantos adjetivos más, para calificar a la nueva película de uno de los "enfants terribles" (el otro sería Gaspar Noé), del reciente cine francés.

Reconozco que Leos Carax, nunca ha sido un director que me gustara. Incluso en muchas ocasiones me ha indignado su excesiva pretenciosidad y ese ego que no le cabe en el cuerpo. Uno de los "niños mimados" de la crítica francesa. 

Me gusta "Los amantes del Pont-Neuf" (1991), y lo demás, tres películas y un episodio no me ha interesado demasiado. O eso es lo que pensaba hasta ver su última película.
Tal vez tenga que replantearme su obra, porque lo que este tipo ha realizado con "Holy Motors" (2012) es de una categoría inmensa.

Un puñetazo al cine como pocas veces hemos visto. La mejor de película del año. 

Critica de Holy Motors. Leos Carax.
 

Y como no, la polémica está servida. Es una película que se ama o se odia.
Ambos sentimientos son entendibles. Yo me quedo con el primero. Siempre en el filo de la navaja, se pasa de un extremo al otro con mucha facilidad, ya que lo que propone Carax es algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados. 

Junto con "El caballo de Turín" y "Cosmopolis", es la tercera en discordia en provocar la polémica y el debate en el espectador. Por cierto, es curioso como dos de las mejores películas del año viajan en limousina. 

¿Pero que es lo que propone Carax? 

En un comienzo totalmente fascinante lo vemos palpable. El propio director se levanta de una cama, en un lugar en donde se oye sonidos del mar, de un barco. Buscando en una pared con su propia mano y una especie de artilugio, abre una puerta a lo desconocido, que no lo es tanto. Se adentra en un cine, en donde nos encontramos a unos espectadores sin alma y dormidos. Y es ahí donde empieza "Holy Motors".

El director francés, critica el cine actual, de el cual somos consumidores sin alma y sin sentimientos, y nos propone una historia diferente para que nuestra persona, nuestro cuerpo aletargado en una butaca de cine, despierte y se llene de pasión y de emoción.

Para ello asistimos, a un viaje surrealista, en el cual el actor francés Denis Lavant, el cual realiza una interpretación memorable, nos regala nueve actos, nueve eventos en los cuales se transforma en diferentes personajes.

A bordo de una limousina blanca (la cual es un camerino para el actor), recorreremos París acompañando a estos personajes, a cual más fascinante y extraño.
El chofer, una mujer, Céline (Edith Scob), la inolvidable intérprete de "Los ojos sin rostro" (1960), que por cierto al final de la película tiene un memorable homenaje por parte de Carax.

Nueve episodios  diferenciados, en donde algunos son verdaderas joyas por si solos. 

Si tengo que destacar alguno me quedaría con El captor de movimientos. Totalmente extraño y surrealista, en donde vemos un mundo virtual, al más puro vídeo juego, una mezcla de un guerrero de artes marciales en donde se transforma para dar rienda suelta a un momento sexual increíble, plasmado en una pantalla en donde la realidad se confunde con la fantasía.

Pero sin duda el mejor de todos es cuando se encuentra con otro de los "actores" que recorren París, la estupenda Kylie Minogue. Una secuencia que se transforma en musical, todo ello en el mítico Le Samaritaine, y de fondo un París fascinante. Una canción "Who Were Me?" preciosa. Una escena trágica y maravillosa. 

"¿Es ese tu pelo? ¿Son esos tus ojos? ¿Quienes eramos entonces?"

No podemos olvidarnos de otro episodio, con ese ser medio humano-medio bestia, a modo de Quasimodo que rapta a la bella Eva Mendes a las catacumbas de París, para recrearnos un plano memorable.
Un entreacto musical realmente desconcertante, un asesino que se convierte en su propia víctima, una regresión a lo primitivo, etc, etc. 

"Este trabajo era mucho mejor cuando había cámaras..."

“La belleza depende de los ojos del que mira”

"La belleza está en el ojo del espectador" ¿Pero, y si no hay espectadores?

Al igual que películas como la inmensa "Inland Empire" (2006) de David Lynch, el espectador puede sufrir el rechazo de estas historias, o simplemente comprobar que estamos ante algo diferente. Una clase de cine del siglo XXI, una especie de Mélies de nuestra época. 

Un precioso viaje sensorial, una ruptura de lo convencional desconcertante. Imprescindible. 

Trailer