Cada vez me parece más difícil hacer una mala película. Sí, lo normal es que dijera lo contrario. Pero es que con todos los medios que tenemos al alcance me parece un delito (y muy grave), la mediocridad que abunda en nuestras salas cada fin de semana. Es triste, pero real, muchos se sienten "iluminados" y se creen capaces de realizar películas. Pero para esto, lo principal es tener talento, y esto abunda muy poco.
El caso que hoy que estaba de medio "rodríguez", y tras dar buena cuenta a un fresquito gazpacho, unos niguiris y un pescadito a la plancha, me sobraba casi una hora antes de reincorporarme al trabajo.
Una película no me daba tiempo, y tampoco me gusta verlas a medias, así que busqué, busqué entre los cientos de dvds,... "la tengo que tener"... "sí aquí está", ...cuarenta minutos de maestría, una gozada para todos los sentidos, pura poesía ...... "Una partida de campo", del genial Jean Renoir.
Bajo ese color azul, se esconde un poster con un dibujo estupendo. |
Una partida de campo. Director: Jean Renoir. 1936.
Casi llego tarde a trabajar, pero es que después de degustar tal maravilla hay que reposarla tranquilamente. Pocas veces he visto tal maestría en tan poca duración.
"Une Partie de Campagne", es un mediometraje basado en un relato de Guy de Maupassant. Y sobre todo es un homenaje al otro Renoir, al padre del cineasta, el pintor Pierre August Renoir.
No soy un gran seguidor del pintor, tiene cuadros que me gustan, pero reconozco muchos de sus obras reflejadas en esta maravilla que le brindó su hijo. Pocas veces cine y pintura han estado tan unidos dando un resultado tan fantástico.
La historia es muy sencilla, una familia pasa un domingo en el campo a orillas del río. Las dos mujeres, madre e hija conocerán a unos jóvenes del lugar y tendrán un paseo por el río.
Con esta "inocente" historia, Renoir realiza una perfecta composición de los personajes y sociedad de la época, con especial protagonismo al entorno que les rodea.
Dos personajes destacan sobre el resto, ... las dos mujeres. Y sobre todo la hija, confusa, enamoradiza, que como dice ella con un "no se que" dentro de ella, que hace que sea más sensible a todo lo que le rodea.
Maravillosa la confesión bajo el cerezo junto a su madre, cómplice de sus desdichas y que se ve reflejada en ella y en su anhelada juventud.
Sylvia Bataille, interpreta magníficamente a esta chica. Sin duda es de lo mejor de esta historia. Bella, frágil, alegre, dulce, soñadora, poseedora de ese encanto femenino de su juventud, que finalmente acaba desdichada sin el verdadero y "salvaje" amor.
Una de las escenas cumbres y más recordadas, es la escena del columpio.
Los dos pícaros jóvenes, abren una ventana hacia la juventud, la alegría, la inocencia y el amor.
Verla columpiarse, como si del cielo se agarrase, es toda una delicia. Un plano absolutamente maravilloso, que nos recuerda con cierta complicidad la pintura de su padre en "La Balançoire".
Otro momento culmen y absolutamente magistral es la elipsis del río. Renoir nos ha demostrado que le gusta mucho los ríos. Para él simboliza el paso de la vida.
Tiene una película que no es tan apreciada por la crítica como es "El Río" (1951), que me encanta. La historia de una familia inglesa en la India, en donde una chica conocerá lo que es la adolescencia y el amor. Todo ello con el transfondo de ese río conocedor de todas las historias, él permanece lo demás es efímero. Si no la habéis visto os la recomiendo.
En esta ocasión está omnipresente. La primera y última imagen le pertenece.
El estupendo paseo es filmado con los habituales y excelentes encuadres del director francés. Todo ello hasta llegar a esa elipsis donde el río se vuelve áspero, donde la naturaleza cambia, aparece la lluvia y el viento para borrarlo todo, simbolizando el tiempo transcurrido.
El cambio de clima da lugar a un cambio en nuestros protagonistas.
El encuentro forzado del amor, del temido, del no querido, del no rechazado.
Han pasado los años y comprobamos que nada ha cambiado, la desdicha del amor en ese pequeño lugar sigue estando presente, un final excepcional y maravilloso.
La fugacidad de la vida, frente a la naturaleza, siempre presente e inalterable.
Otro momento magnífico es la escena de amor junto al río. Renoir, la compone de manera prodigiosa, unos planos espléndidos bajo la dulce y cómplice música del ruiseñor, símbolo del amor.
"Una partida de campo" no es lo suficientemente conocida, e incluso algo infravalorada. Seguramente al ser una película que no está completa, se considera una obra menor dentro de la genial filmografía de Renoir.
Nada más lejos de la realidad, este mediometraje está en lo más alto de su obra y del cine en general.
Bella, hermosa, triste, con momento divertidos, y sobre todo poética e impresionista.
El amor de Renoir a su padre, es claro. Las localizaciones y portentosos encuadres están presentes a lo largo de todo el metraje.
Pero sobre todo trata sobre un tema, sobre el tiempo, sobre los instantes perdidos y la fugacidad de todos ellos y como nos pueden afectar en nuestras vidas.
Me viene a la memoria otro instante, otro momento clave en una vida. El de Robert Kincaid (Clint Eastwood) esperando bajo la lluvia, y Francesca (Meryl Streep) en el coche con la mano en el tirador de la puerta... maravilloso y desolador, de esos momentos que pueden cambiar una vida.
Renoir realiza unas de sus obras más poéticas. Bajo una "inocente"
mirada, el argumento nos ofrece una sabrosa lucha entre la ciudad (lo
burgués), y el campo (lo popular).
Aquí vemos como lo primero
queda seriamente dañado, sobre todo en la figura de nuestra inocente y
enamoradiza protagonista. Ella es la que más pierde de todos. Pierde un
amor en un recóndito lugar del río para caer en una vida
totalmente frustrada junto a su patético novio de la ciudad.
También la madre sufre
de esta alegórica ensoñación, al rememorar su juventud y comprobar su vida burguesa con su
despreocupado marido.
Un matrimonio que se antoja vacío en deseos y sentimientos. En donde la figura de la mujer es la gran perdedora y perjudicada.
Producción del año 1936, sorprende por su audacia y riesgo de sus imágenes y diálogos. Mezcla el drama con la comedia.
Es una historia tierna, emocionante, irónica, delicada, realizada con una sencillez que te cautiva, te atrapa y se queda contigo para siempre.
En definitiva un canto a la vida, al amor, a la naturaleza, y sobre todo al Cine.
Instante del rodaje. El famoso plano del columpio. Curioso y efectivo. |